La ciudad de Iraquara

Historia

 

La historia de Iraquara comienza hace más de 12 mil años, cuando muchos pueblos prehistóricos nómadas de las más variadas regiones conocidas hoy como Goiás, Pernambuco, Além São Francisco, Minas Gerais, pasaron por este sitio.

 

Dejaron aquí la huella de su presencia a través de pinturas rupestres, fósiles y registros arqueológicos encontrados en las abundantes cuevas y abrigos.

 

Los pobladores comenzaron a llegar a la región a mediados del siglo XIX, atraídos por el diamante de la región, formando minas que dieron origen a numerosas aldeas.

 

La exploración de oro y diamantes creó un camino que atravesaba la Chapada Diamantina en dirección norte-sur, conectando Jacobina con Rio de Contas y pasando por los municipios de Iraquara y Seabra. Este camino se conoce como Estrada Real y está en proceso de ser catalogado como Patrimonio Histórico.

 

La presencia de diamantes en estos lugares propició el desarrollo de estos pueblos que hoy conservan el ambiente colonial, las costumbres y hábitos de un pueblo hospitalario y amable.

 

El descubrimiento de un pozo con abundante agua en el cauce del arroyo Água de Rega, por un arriero llamado Manoel Félix, dio origen a una aldea, que más tarde se convertiría en la ciudad de Iraquara.

 

Atractivos naturales

 

Iraquara cuenta con varios atractivos naturales, ideales para la práctica del ecoturismo y el ecoturismo de aventura. Cada año miles de personas visitan la Chapada Diamantina en busca de lo mejor en materia de deporte y ocio con la naturaleza.

 

Iraquara tiene la colección espeleológica más grande de América del Sur, es decir, la mayor concentración de cuevas se encuentra bajo el territorio de Iraquara, debido a un subsuelo con un alto contenido de piedra caliza.

 

Los pueblos pertenecientes a la región de Iraquara heredaron hermosas e importantes construcciones coloniales de la época minera.

El paisaje montañoso de la región de Iraquara alberga una extraordinaria variedad de ecosistemas como el Cerrado, la Mata Atlántica, los Campos rupestres y la Caatinga. Bromelias y orquídeas encontraron aquí un entorno privilegiado, adaptándose a las diferencias de clima, altitud y suelo.

  

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